Hace días (o más bien semanas) que en las televisiones y en el resto de medios, no se habla de otra cosa que de lo que, según ellos, será uno de los eventos más importantes del siglo: el "derbi" (y no vamos a hablar de bicicletas o motos) entre el F.C. Barcelona y el Real Madrid.
Las "porras" y apuestas proliferan por doquier (y por suerte, las primeras no son las de la policía) los analistas y estadistas están como locos (a más de uno le ha estallado el móvil, pero no debido a la batería, sino a la temperatura que ha alcanzado su cabeza) analizando los "choques" que han enfrentado a los dos clubes en los últimos 50 años (sí, sí... es imprescindible tener en cuenta lo que hicieron los que hoy día son unos ancianos o ya no están entre nosotros, para predecir el resultado del partido del próximo domingo) y los periodistas deportivos hablan tanto de Ronaldinho, Guti, Raúl o Messi, que ya no saben pronunciar el nombre de sus esposas o hijos (a algunos eso ya les venía de antes, pero ese es otro tema)
Y es que es curioso (por no decir otra cosa) que un evento deportivo, que no dura mucho más de 90 minutos y que en principio, su objetivo es símplemente entretener, trastorne de esta forma el día a día de un país, aunque vistos desde fuera, con los temas de corrupción, las autonomías, el canon, la crispación política y el uso por parte de algunos partidos del terrorismo para conseguirla (ah, y que no se me olvide "el cese temporal" de la relación de la princesa y Marichalar) ya demos la impresión de estar bastante trastornados...