
Hoy, como cada año, ha sido un día de ilusión para muchos y el día internacional de la envidia para muchísimos más... sobre todo para los que lo ven en directo, porque nadie me negará que no da rabia ver por televisión a todos los premiados, bebiendo y bañándose en cava por las calles, mientras los demás se quedan mirando sus números, con cara de tontos, como si de tanto mirarlos fueran a cambiar...
Una de las novedades de este año, ha sido la ausencia del "calvo". Por primera vez en ocho años, la gente ha vuelto a frotar los décimos contra las barrigas de las embarazadas en lugar de contra cabezas alopécicas y los calvos han podido volver a utilizar los transportes públicos sin necesidad de usar pasamontañas o gorros de lana... y es que, después de tantos años, "el calvo" se había convertido en todo un icono tradicional asociado a la suerte (ahora tendrán que conformarse con el tema de si tienen mayor potencia sexual)
Casi todos a los que les ha tocado "el gordo" (y no confundir con Ronaldo, que hablamos de la lotería de navidad) dicen lo mismo cuando se les pregunta qué harán con el premio: tapar agujeros (no, si tendrá razón Acebes cuando dice que España se rompe) algo que sinceramente no he entendido nunca ¿no sería mejor contratar a un paleta para que los tapara con cemento?