Los anuncios, con ellos nos encontramos ante una parte de la programación televisiva a la que a menudo no le prestamos la atención merecida. Esos pequeños cortes, de unos segundos de duración tienen como misión reflejar nuestras ansiedades y deseos más ocultos. Si los analizamos, enseguida nos encontramos con que en este tipo de publicidad existen varios grupos bien diferenciados, que suelen tener como denominador común principal el tipo de producto que promocionan. Por ejemplo, si nos fijamos en los anuncios de detergentes, veremos que la mayoría no se realizan en un estudio de grabación. Simplemente salen a la calle y llaman a una puerta cualquiera, al azar. Cuando se abre aparece detrás de ella una señora que podría ser nuestra mamá, y que permite de forma claramente reticente a que un personaje portando un paquete de detergente y un micrófono descomunal -digno de José Mª Iñigo- aparentemente sin marca le haga una demostración que cambiará su vida... Este individuo, antes se contentaba con solicitar a la ama de casa una prenda o un mantel con alguna mancha especialmente complicada y realizaba la prueba, pero ahora, haciendo gala de una gran osadía son capaces de volcar por sorpresa un vaso de alquitrán en la prenda íntima más delicada. No contentos con esto, cuando la pobre mujer recupera el conocimiento y vuelve del desmayo sufrido por la impresión, la reducen de tamaño como en la película "Cariño he encogido a los niños" y la introducen entre las fibras de la prenda, para que pueda comprobar que el detergente nó solo ha limpiado la mancha, sino que además ha regenerado y reparado los tejidos (seguramente provisto de lo que en las películas de ciencia-ficción suelen llamar "nanobots", unas complejas máquinas de alta tecnología de tamaño microscópico) Otro ejemplo curioso puede ser el de los desodorantes, colonias, masajes y derivados. Antes, si un hombre "salía de ligue" lo planeaba, se duchaba, se afeitaba, elegía cuidadosamente la ropa, algunos se hinchaban de caramelos para mejorar el aliento y había que desplegar una cuidadosamente planeada lista de piropos y adulaciones, todo esto intentando evitar que ella nos viera bailar, ya que en la mayoría de los casos esa imágen rompería con todo el trabajo realizado. Hoy las cosas han cambiado mucho, sólo hay que llevar en el bolsillo un pequeño bote de aereosol -al que podríamos llamar "sobac" por ejemplo- y rociarnos con él en cuanto localizemos a la mujer deseada. Da igual que nos hayamos levantado hace 15 minutos, sin ducharnos y que tengamos el cabello como si hubiésemos metido los dedos en un enchufe o nos hubiéramos encontrado con Aznar riendose de un chiste y en bañador... la elegida caerá rendida a nuestros pies como por arte de magia. Y qué decir de los anuncios de coches: climatizador, equipo de sonido con cargador automático de 58 cd's y reproductor de mp3, reproductor de dvd y consola de videojuegos, asistente de navegación con GPS que nos dice con voz de narrador profesional donde y cuando debemos girar, nevera, tracción inteligente, habitáculo insonorizado... eso no son coches, son pequeños paraisos terrenales, dotados de una potencia sin límites que seguramente provocará que seamos fotografiados cada vez que hagamos uso de ella (y no por paparachis precisamente)
Publicado por LaRanaBudWeisEr.

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