Este fin de semana se ha celebrado el concurso de Miss España, aunque tengamos la sensación de que la sociedad avanza e intenta madurar, al final nos encontramos con estos eventos que nos recuerdan cuales son los estereotipos que debemos tener en cuenta a la hora de valorar la belleza. Y es que la "belleza interior" no se ve; no puede ser fotografiada, ni servir como modelo para un anuncio de coches o de desodorante masculino... Por lo tanto nos enseñan que la mujer de nuestros sueños debe tener el pelo largo, las piernas más largas todavía y sobre tacones de aguja, debe hacer 1.80 de estatura y mostrar una sonrisa perpetua e inamovible. Ah! y desear por encima de todo la paz en el mundo. Aunque para belleza interior la de los familiares de algunas de las concursantes, parece ser que demostrando una deportividad sin parangón se dedicaron a lanzar gritos de ánimo durante todo el evento a la representante de Barcelona. Cada vez que aparecía la ya de por sí nerviosa concursante la jaleaban con gritos de los cuales el 95% eran: "Tongo! Tongo!" o "Buuuu". Como podréis comprobar, no sólo destacaban por su nivel de educación y delicadeza, sino tambíen por su elocuencia y riqueza de vocabulario. Pero lo cierto es que si damos crédito a estos concursos nos encontramos con que, en mi caso por ejemplo, además de carecer por completo de cualquier atisbo de belleza no tengo ningún criterio al respecto o lo tengo atrofiado. Aunque si esto es así lo agradezco enormemente, puesto que encontrar por las calles mujeres de 1.80, de piel tostada y estilizadas, luciendo narices perfectas con sonrisas de porcelana y vistiendo bañador con zapatos de tacón es más difícil que encontrar las armas de destrucción masiva de Saddam (por lo menos en mi barrio)