Fri, 19 Mar 2004 - Archivado en Cosas de la rana y Cosas de la rana
El otro día sonó esa frase, llamó mi atención surgiendo de una de las típicas conversaciónes de bar sin objetivo, pero a menudo interesantes, en las que simplemente un grupo de individuos se socializan al final de la jornada, mientras tomaba una cerveza despues de un ¿duro? día de trabajo. Yo siempre he sido un amante de la carretera y de la conducción, en cuanto tuve la edad permitida me compré mi primera moto ¡a la que hasta le llegué a poner nombre! Desde entonces siempre he tenido vehículo, ya fuese de dos o de cuatro ruedas, de hecho actualmente, si no voy con él al lavabo es porque no es un nissan micra... Pero cuando analizo lo que hoy en día significa conducir... Nos levantamos por la mañana para ir a trabajar y ya comenzamos con el aparcamiento: llegamos a nuestro coche, y si tenemos la suerte de que no hay otro vehículo colocado en doble fila (que eso es un misterio digno de estudio... siempre que hay un coche en doble fila está colocado delante del que tiene que salir) nos han dejado tan "embutidos" que necesitamos 57 maniobras y media para ponernos en marcha. Lo siguiente es el primer semáforo, no pasan ni 60 segundos antes de que nos topemos con él irremediablemente. Pero es que además, más que un semáforo parece la cola de una discoteca en viernes noche: van pasando con cuentagotas y siempre están los que no paran de intentar colarse. Llegados a este punto, los dedos comienzan a ejercer una ligera presión sobre el volante, así que ponemos la radio con la esperanza de que nuestro equipo haya ganado otro partido, o por lo menos que algún otro haya perdido alguna copa... El problema es que, aunque se dé el caso, ese momento de alegría es efímero. Enseguida nos encontramos rodeados de vehículos por los cuatro costados, que avanzan a trompicones en primera y recorriendo 30 cm cada vez antes de volver a pisar el freno. Muchos además tienen que cambiar de población para llegar a su puesto de trabajo, por lo que deben de coger carreteras o autopistas, atestadas de conductores somnolientos. En este escenario, es típico verse sobresaltado, cuando aparece detrás nuestro un vehículo de aspecto agresivo y amenazador (a menudo de color negro) que se coloca a tan poca distancia, que por muchas luces que haga ni siquiera las vemos (a menudo me pregunto por la inclinación sexual de estos indivíduos, eso de que vayan acercándose tanto al culo de los demás me da que pensar...) En fín, esperemos que a Fernando Alonso le vaya mucho mejor con su renault que a nosotros con los nuestros, sean de la marca que sean. Porque, ya que nosotros no podemos sentir a menudo el "placer de conducir", por lo menos que podamos disfrutar viendo como lo siente otro.
Publicado por LaRanaBudWeisEr.

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